Sentido de Urgencia o afán?
Pocas veces nos detenemos a pensar cuál es la causa básica de los reprocesos, retrabajos y desperdicios en que una Organización incurre. Se busca por todos los flancos y … ¡nada! Entonces abdicamos en el intento, y el dinero que esto implica, sigue yéndose por sifones invisibles para todos.
Si solo fuera esto, …vaya y venga reza una frase popular. Es el desgaste emocional que se sufre en toda empresa (lo mismo ocurre en el hogar); la sensación de que el tiempo no alcanza o el terrible juicio de que los colaboradores no ayudan o que son inconscientes.
A decir verdad, AGILITY, para nada tiene que ver con afán y menos con sentido de urgencia. Lo que se ha querido vender como idea al personal es que hagamos nuestro trabajo pero con la premisa de que hacerlo de manera lenta, ni garantiza que sea mejor y por el contrario sí atenta con nuestra competitividad, como quiera que “otros” lo pueden hacer igual de bien o mejor, pero más rápidamente.
Una de las leyes sistémicas más universales dice: “Más rápido es más lento” y puede verificarse en muchos campos de la vida.
Madurar una fruta o una flor sin tomar en cuenta su proceso natural (tiempo, clima, o almacenamiento adecuado) se traduce inevitablemente en reprocesos para “salvarlas” o en pérdidas – a veces parciales – otras veces, totales.
Y qué tal lo que pretenden algunos padres con sus hijos, apenas ellos en su preadolescencia. Tu ya estás muy grandecito para que estés…; yo ya no estoy criando bebes… háblame como una niña grande…; Te hablo de todo esto, porque ya es conveniente que tu lo sepas… (?).
Nos hemos dejado todos EMPUJAR por el paradigma de “no hay tiempo”. Para la televisión como medio de comunicación su famosa frase de “en televisión el tiempo es muy corto”, se traduce en la baja calidad de la misma. Si no imposible, difícilmente las cadenas más grandes dedican espacio para un debate cultural o de interés social como la educación, el cuidado de la naturaleza, la importancia del emprendimiento o el respeto por la vejez, las creencias religiosas o la xenofobia.
Las cadenas regionales, ellas sí, menos vanidosas que las anteriores, comparten temas vitales para su gente en la ciudad, la población campesina y el arte propio de sus raices, velando – con gran esfuerzo – por mantener identidad y amor por el terruño.
Y en el campo de las obras públicas? Como siguiendo un terrible libreto, se demora su inicio muchas veces debido a prácticas corruptas, para luego a través de los “otro sí”, incrementar su valor y terminar de afán, algo que posteriormente requerirá corrección, restauración o sufrir baja por inservible.
Recordar lo de las lozas de cemento concreto de la troncal transmilenio de la autopista norte, o las fallidas obras de Bogotá en tiempos de unos hermanos, hoy en prisión, confirman lo expuesto acá.
Otro empujón de los más nocivos para todos es el de la tecnología y lo que está de moda.
La primera, incorporada en todo equipo de comunicación, distrae tanto nuestra atención, que no acaban las personas de entender y manejar tales equipos, cuando ya aparece otra versión mejorada que incita a la compra desbordada o irracional <consumo no consciente>
En nuestro campo – formación y desarrollo de las personas- a veces se nos propone una charla, con la intención que luego de la misma, las personas cambien. Y no se trata de dinero; NO. ES el paradigma de NO HAY TIEMPO, no podemos parar la operación, etc. Ustedes lectores y nosotros sabemos que una “charla” por riqueza que contenga, sólo producirá en el auditorio, euforia, emoción, alegría o estremecimiento, pero jamás una profunda transformación personal, ya que esta última, indefectiblemente requerirá de fases más determinadas como: relfexión, aspiración, evaluación, toma de decisiones, acción y generación de hábitos <acá más lento sería más rápido>.
Stephen Covey era un gran visionario, ya que habla del tema desde ya hace 30 años. Afirmaba que si algo no te agregaba valor a tu vida, no le debías dar trato de urgente. Lo único urgente, diria yo, recordando su sabio consejo, debería ser el cliente.
Él no tiene porqué avisarle a su proveedor cuando visitará su “almacen”, “hotel”, “restaurante”, “teatro”; llegará cuando desee y si estos negocios no estaban preparados, buscará otra opción. Así de cierto y … así de real.