La cara del santo… ¡hace el milagro!
La sabiduría popular, no tiene discusión. Es cierta y a toda prueba.
Es común que la “prueba ácida” que le practicamos a muchas situaciones, sea la de colocarlas en términos comparativos de mitos versus realidades. Sin embargo, hay paradigmas <arraigadas creencias> que pasan la prueba siempre y que, seguramente luego de muchas generaciones, también lo harán. Uno de ellos, el que se ilustra en el título de esta reflexión.
Un cliente de nuestra firma nos comentaba hace unos días, lo sucedido a su Director de Operaciones:
La Dirección regional de impuestos, luego de ubicar en la ciudad, el lugar de residencia de un gran evasor , y como quiera que había trabajado intensamente para localizarlo, decidió notificarlo mediante un oficio especial, lo que implicaba hacerlo llegar a éste, con la seguridad de hacerle firmar el “Acuse de recibo” para proceder a su enjuiciamiento jurídico.
Acto seguido, lo envió a través de la Empresa nuestra <mi cliente>, para evitar filtro alguno, con tan infortunada circunstancia, que la dirección se fue equivocada por falla de alguno de nuestros colaboradores, y el citatorio no llegó. El ciudadano se alertó de alguna manera y se fugó del sitio de residencia… lo peor de todo, el Director de Operaciones había logrado el contrato con esta entidad gubernamental, tan solo dos meses antes del descalabro en mención. Desolado por lo acontecido, este ejecutivo solici una reunión con el Director de Impuestos, mismo que le había entregado a nuestra Organización el contrato para envío de correspondencia de todo el departamento, argumentando la no buena gestión de su proveedor anterior. <competidor nuestro>
El presentimiento de Juan Manuel*, era el de perder el contrato que con tanto esfuerzo había conseguido.
Entró a la oficina del presidente, donde él y yo conversábamos sobre nuestro plan de desarrollo de ese y el año siguiente para la Compañía. Le manifestó que al día siguiente tenia cita para intentar evitar la terminación del contrato, a lo que yo dije, entrando en la conversación: Juan Manuel, fuiste tú la persona que cometió el error?
No, me respondió; fue un par de chicas del departamento de envío final; el último paso del proceso… Bueno, contesté; si ellas fueron las del error, por qué habrías tú de ponerle la cara al cliente? Mejor que ellas comparezcan, le expliquen y se disculpen, no te parece?.
(Hubo miradas entre presidente y él …), pero antes de que me respondiera, continué: tener al cliente al frente, logrará primero, que de pronto perdone la falla y en segundo lugar, les enseñará a ellas a vivir un momento crítico como ese para ¡NUNCA! volver a equivocarse en algo tan delicado y de tanto impacto para tu Empresa.
Llévalas mañana contigo a la reunión. Que le digan – con su propia voz – al cliente, que fueron “ellas” las del error y, si así lo sienten, que le presenten disculpas en su nombre y el de la Empresa. Hazlo y creo que algo ha de pasar. Estoy seguro que “la cara del santo, hace el milagro” …
Para antes de las 3 p.m. del día siguiente, sabía yo el resultado. ¡Perdonados!…
Cómo sucedió?
Las chicas, quienes a regañadientes fueron a la oficina de cliente, y empujadas por la situación <ahí lo tienen…al frente; disgustado, molesto aún> no tuvieron otro remedio que disculparse, asumiendo su error y en espera de su veredicto.
*nombre ficticio
– Son conscientes, les dijo el cliente, del impacto que para nosotros tiene su error? El trabajo de un equipo humano nuestro, buscando al ciudadano y … perderlo? …
<silencio, tensión, desconcierto…>
– Pueden dejarme con su jefe, por favor? … ¡Que esto no se repita!
Allí estaba Juan Manuel, quien escasamente pronunció alguna frase.
– Como es natural, Dr. (nombre del Director de Impuestos), ante esto, imagino que el contrato queda en suspenso, verdad? …
– Por qué habría de quedar en suspenso? No; ojalá todos los proveedores que cometen errores que nos afectan, tuviesen la valentía de venir hasta acá y disculparse. No; el contrato seguirá; solo les pido que aseguren sus procesos, porque entenderán lo afectados que quedamos en este caso …
El alma le volvió al cuerpo a Juan Manuel, quien, no podía creer que el negocio se salvara tan milagrosamente.
Imagínense los que esto leen, lo diferente que sería nuestro mundo si la gente respondiera por lo que hace; si DIERA la cara … Si:
– Un hombre, respondiera por el embarazo de su pareja <que a propósito es ser “verdaderamente hombre”.>
– Las instituciones hicieran responder a sus integrantes por las fallas cometidas, y si, éstos no pudieran hacerlo, respaldarlos para enfrentar – como Institución – las consecuencias.
– Algunos perversos constructores de vivienda de interés social, se disculparán con los ciudadanos, por su ofensa a la vida digna de las personas <aptos/casas de 45M2 de área para familias de 5 integrantes…>
– Algunos jueces de la República se disculparán genuinamente por las “fallas en sus fallos”, esos que ocasionan frustración, dolor, resentimiento y acrecientan la espiral de violencia que tanto agobia a los pueblos…
– Lo medios de comunicación, corrigieran sus equivocados juicios o información incorrecta dándole la misma preponderancia, con que afectaran la honra y buen nombre de alguien …
– Un vecino, se disculpará con otro (s) por sus recurrentes escándalos o su “mala” vecindad
– Nos disculpáramos con nuestra familia por los momentos difíciles que les hacemos pasar en ocasiones, debido a la baja destreza de nuestra inteligencia emocional.
Las (los) invito a hacer la prueba, en la seguridad de que, su efecto nos dará una nueva perspectiva sobre lo que es convivencia sinérgica con otros (ganar – ganar) …