¿Seré yo, ¡maestro! ?
Sugestiva frase, pero aplicable y pertinente para compartir con usted, una realidad que toca a cualquiera que, con responsabilidad sobre personas y/o equipos humanos de trabajo, debe enfrentar problemas de relacionamiento, clima laboral y por supuesto, desempeño en su gestión y resultados.
¿De qué se trata? Del estilo de dirección y sus consecuencias. Javier *, ejecutivo sobresaliente por sus resultados y con un alto espíritu de ganador, a quien conocí como alumno en un grupo que tomaba una especialización, uno de los viernes de los tantos fines de semana en que nos veíamos en clase, me solicitó un tiempo fuera del horario para comentarme algo, en lo que consideraba yo le podría ayudar. Gustoso, le dije a su solicitud y luego de la clase, mientras caminábamos buscando nuestro aparcadero me dispuse a escucharlo.
Llevo en la Compañía 14 años, y desde que ingresé a ella me puse como objetivo escalar lo que más pudiera, lo que me impulsó a estudiar inglés, aprender de mi trabajo y del negocio lo máximo, y tomar cuanto diplomado o temas de educación continuada considerara de utilidad. Fui ascendiendo en la Empresa, siendo jefe de una sección primero, un departamento después y gerenciando una unidad de negocio de las más críticas, dada su estrecha relación con clientes y el impacto que, por lo mismo, tenía para la Organización.
Me sentía entonces como un chico estrenando un juguete electrónico o un teléfono inteligente de última generación.
*Nombre ficticio
Era parte constitutiva del comité de gerencia, e invitado al grupo estratégico que definía políticas de negocio, viajaba por cuenta de la Empresa afuera del país y al final del año recibía bonos económicos por el resultado obtenido.
Sin embargo, enfatizó, mientras llegábamos al automóvil de cada uno, no estoy satisfecho. Mi vida familiar se está afectando ya que, en aras de mis responsabilidades, trabajo intensamente y mis diálogos en casa casi siempre se remiten a temas de trabajo. Igualmente, la parte social de la familia se ve tocada, porque cuando participo en alguna actividad, lo hago de afán y con alta dosis de ansiedad, que es notoria y desencadena en discusiones acaloradas con mi pareja…
Allí interrumpimos, quedando como compromiso de vernos al día siguiente (sábado) una hora antes del inicio de clases.
Sábado. Como le decía profe, a pesar de todo lo reconocido que sea en mi trabajo y la tranquilidad económica que pueda tener, hay en todo esto un sabor agridulce.
Por qué, le dije.
Es que, uno de mis colaboradores decidió retirarse de la Empresa y en una reunión que le solicité para que me diera sus motivos, me comentó descarnadamente qué lo movía a dejar el trabajo. Usted, solo piensa en los resultados y en la figuración que los mismos le da. Pudiendo tener claro un panorama sobre cuadros de reemplazo en la gerencia, desea hacerlo todo en solitario, lo que le impide empoderar de verdad a cada uno de nosotros. Creemos que desconfía de todo y de todos.
Cuando alguien en el grupo, desea compartir con los demás algo personal o familiar, y lo hace mientras laboramos, para usted se está “perdiendo el tiempo, mientras hay mucho que hacer…” como si el bautizo de un hijo o la graduación de otro o el aniversario de matrimonio de alguien más, no contaran en la vida de las personas.
Si de reconocimiento hablamos, es más fácil recibirlo de alguien fuera de nuestro equipo que de parte suya, y si llegara a suceder, el discurso suyo iniciará por la parte negativa, para al final, como si se tratara de un confite a un niño, expresar qué fue lo positivo del desempeño de alguien… Se sorprenderá, si sabe que muchos en el equipo sólo quieren de usted, ser escuchados… ¡nada más!
Me iré, continúo el colaborador, a una Organización menos grande que esta y con un salario similar al que acá percibía, pero con una cultura de mayor cercanía al talento humano, delegación con confianza y prácticas – no necesariamente económicas – de reconocimiento.
Le interrumpí, me dijo Javier… Era mucho, no podía creerlo;… estaba a punto de caer al suelo, de la sorpresa. Inimaginable para mí que esta fuera mi imagen. Deseaba que “la tierra se abriera y yo desapareciera…” Mi cuerpo todo, temblaba. Acerqué hacia mí un vaso con agua que recién me habían traído y quise pasar su contenido “de un solo sorbo”. Estaba frente al espejo, sólo que no era el que me reflejaba todas las mañanas antes de salir del apartamento.
Y entonces? Interrumpí…
Le presenté excusas; le agradecí lo que me decía y le pregunté que si su renuncia podría reevaluarla. Yo quería empatar de alguna manera; tapar mi falta recuperándolo pero… fue imposible. Despreocúpese jefe, me dijo él. Además de haber pensado bien mi retiro, creo que catartizar todo lo que pude hoy, es algo que por falta de valentía no hice antes y me deja tranquilo. Creo que usted no es una mala persona; solo considero que el exceso de confianza en usted mismo, le evitó considerar muchos aspectos como los que le he dicho hoy. Tiene una carrera destacada dentro de la Compañía pero que creo que, si cambia algo de su estilo, le va a ir mucho mejor…. Me agradeció el que yo hubiera intentado retenerlo y extendió su mano en señal de despedida.
Profe, le confieso –añadió Javier- que mis noches han sido un martirio. Repaso cada día desde mi ingreso para encontrar el momento en que inicié esta debacle. Cada equipo, cada persona, cada episodio y acontecimiento… ¡deben haberme odiado! Dígame por fa… seré yo, maestro?. Faltaba media hora para ir al salón de clase; sin embargo, no podía por pensar en el reloj, dejar así a este chico, que bien podría ser mi hijo (a).
Abierto como fue conmigo para contarme su situación, debía yo ser recíproco.
Mira Javier, no eres el primer gerente, ni serás el último al que le ocurra algo similar. Somos humanos antes que jefes/padres/docentes. Si lo notas, estos tres roles son sinónimos de poder. Mismo que es relativo, pues en tiempos de hoy ese poder – jerárquico se denomina – no sirve de mucho en la vida. Saber de un tema (poder técnico se denomina), es también relativo, en razón a que es necesario, pero no suficiente; más, cuando el conocimiento está hoy al alcance de uno (a) más fácil y rápidamente. Luego, queda un poder que sí está en manos de cada persona. Es el “poder de referencia”. Que tú seas un referente positivo para tu equipo; que quieran copiarte o emularte por lo que tú eres, más que por aquello que tú sabes, o por la investidura de jefe que la Empresa te otorga.
Así las cosas, se torna de gran importancia realizar una seria y profunda introspección sobre tus paradigmas; recuerdas el término? Lo vimos en clase. Son creencias arraigadas en nosotros, que rigen nuestro comportamiento. Deberás revisar qué crees sobre el trabajo (deberá seguir siendo un medio, no un fin), la virtud de la responsabilidad, el sentimiento de la confianza (en un jefe es una causa; esto es, el jefe debe confiar – por definición- en su equipo, algo que no ocurre en sentido contrario. El colaborador tomará la decisión de confiar en su jefe, solo si éste cumple ciertos requisitos…), el género de las personas (tristemente nos comportamos como sociedad machista…) el impacto motivador de la palabra GRACIAS (jamás será cierto aquello de que, se tiene que trabajar de tal o cual manera… porque para eso se nos paga). En este vocablo de solo dos sílabas, se halla la magia de lograr desempeños sobresalientes de la gente.
En segundo lugar, será vital revisar en ti habilidades de dirección, y elaborar un plan de mejoramiento de aquellos que están en un bajo nivel de desarrollo o en estado de vulnerabilidad. Veamos algunos:
- Habilidad para resolver conflictos
- Habilidad para tomar decisiones
- Habilidad para propiciar retroalimentación efectiva
- Habilidades de comunicación (escuchar a los demás, verificar información y enfatizar sobre las cifras, los datos y los hechos)
- Habilidad para conducir con éxito equipos de trabajo
- Habilidad para optimizar el tiempo <de gran utilidad para armonizar la relación familiar>.
- Habilidades de negociación
- Habilidades en el manejo de la inteligencia emocional <incluye la inteligencia social, que aporta grandemente al logro de óptimas relaciones con los demás>
Por último, no obstante ser gerente demandar del titular muchos atributos, atender a tu familia con tiempo de calidad, será un factor de éxito personal que te retribuirá paz, alegría y hasta felicidad.
– Cuántos hijos tienes?
– Dos; una niña de 11 años y un chico de 8.
– Justo, dije… Las edades más críticas de ellos, y donde más necesitan de tu atención, tu afecto, tu cariño; sin hablar de tu esposa, que es el bastión del hogar y quien asume la carga emocional en primera instancia.
Toma vacaciones; juega más con ellos, divirtiéndote como cuando eras un adolescente; acompáñalos a sus actividades y dáles la importancia que éstas tienen para ellos (empatía).
Mucha autodisciplina con el uso de tu teléfono móvil en casa, así como, por ninguna circunstancia llevarte el trabajo para allí. Si por circunstancias * debes trabajar remotamente, hazlo con disciplina; recuerda que otros te harán lo que tú les permitas… tu jefe seguramente también tiene hogar.
Por último, todo esto puede solucionarse, en la medida en que tomes acción genuinamente, escuchando cada expresión de retroalimentación que te dan, iniciando por tu familia, pasando luego por los compañeros, los colaboradores, tus amigos y… los jefes.
Te deseo Javier lo mejor. Hasta luego
<Un abrazo es mejor que mil palabras o que una palmada en la espalda… ¡es lo que hice!> …
*Hoy sería el confinamiento por Covid 19