Romper los muros… o seguir en el encierro
Pocas Organizaciones en el mundo, tiene institucionalizado en su cultura un CREDO, que no es otra cosa que aquellos aspectos de la vida en que uno “Cree”.
La sabiduría popular, recoge estas creencias universales y las hace famosas a través de adagios que se afianzan por generaciones hasta que son removidas por otras, formando ciclos en el tiempo, que se fijan en las personas como el óxido en un metal o un hongo bajo la piel.
Una Empresa decía en su credo:
- Creemos en el trabajo, como un afianzamiento de la dignidad de nuestros colaboradores.
- Creemos que podemos generar riqueza y mejor calidad de vida para nuestra gente, a través de relaciones GANO – GANA con todos nuestros públicos relevantes (clientes, proveedores, contratistas, comunidad, autoridades, entidades reguladoras y de control)
- Creemos que un trabajo bien hecho, retornará siempre como fidelidad del cliente y en el tiempo, como lealtad de él hacia nosotros.
Pero has pensado, ¿cuál es tu credo sobre ti mismo(a)?… ¿Y sobre otras cosas?… ¿Y sobre los demás?… ¿Y sobre la vida?… ¿Y sobre la justicia?
Antes de responderte, será necesario que conozcas la génesis de nuestra forma de actuar.
El nivel inconsciente de pensamiento conformado por nuestro ADN y ARN, es responsable de entre un 40% y 45% del comportamiento y personalidad que los demás ven en nosotros.
El nivel subcosciente o preconsciente, es el responsable de otro 40% de nuestro comportamiento, en razón a que está conformado por toda la programación recibida de nuestro entorno familiar, escolar y social, lo que se traduce en que frente a estímulos externos simplemente… REACCIONAMOS <qué significan para ti las palabras que escuchas, o las situaciones que vives>.
El nivel consciente, caracterizado por los componentes “consciencia” y “voluntad”, “inteligencia” e “imaginación” y que a pesar de constituir sólo un 10% de nuestro comportamiento, es el que permitirá nuestros cambios de creencias y por consiguiente “hábitos”, pero de forma consciente, en el proceso de Reingeniería del Alma.
La influencia de nuestro núcleo familiar en nuestra formación, es grande, y su impacto es definitivo en el desarrollo propio y en el de nuestra familia – esa que construimos después de dejar nuestro hogar –
Si los paradigmas <creencias fuertemente arraigadas> de nuestros padres, se traducían en lecciones positivas para nosotros, la probabilidad de que repitiéramos las conductas inducidas por éstos (paradigmas), es alta. Ejemplo: que la honradez vale la pena y que es un valor de los más importantes de proclamar, incentivar y premiar. Que siempre y en toda circunstancia es mejor decir la verdad… que al que madruga, Dios le ayuda, etc.
Si por el contrario, su ejemplo y práctica eran del estilo: “Para qué pagar impuestos?, para que se los robe el gobierno?” es casi seguro que nuestra conducta estará en consonancia con esta forma de pensar, haciendo un circulo vicioso que contribuye a forjar una cultura de desinterés por la ley, las buenas costumbres, el civismo…
Entonces, dirá usted amigo(a) que no hay salida. Sí que la hay. Esta justamente en revisar, reevaluar y decidir sobre esas creencias que han sido mi modelo, pero que se convirtieron en una prisión para nosotros:
- El miedo a “hacer”
- La ansiedad fatalista, sobre todo sin intentarlo antes
- El pesimismo (traducido en un nocivo enfoque de escasez)
- La mala suerte, cuando la suerte es estar preparado para la oportunidad, y por supuesto cuando ésta, SE TOME en el momento justo”
- El considerarse (así sea en episodios tan frecuentes), como no valioso, no capaz y no competente.
La libertad entonces, es capacidad de dar respuesta a cualquier estímulo verbal o físico, se pierde estando presos en nuestra propia cárcel (creencias que niegan nuestro valor) Basta para recuperarla, una decisión personal; blindarse mentalmente contra todo ataque al concepto propio de valía (autoestima) y autoafirmarse como un ser único, dueño de talentos, capacidades y recursos que Dios o la lotería genética, o ambos depositaron en usted y que están allí, a la espera de que usted los active sobre todo, para el bien de los demás, además del suyo propio.