¡En Vida Hermano,… en vida!
Tomando como referencia el título de ésta poesía popular sobre la cual escuché desde adolescente, y con los espacios que trae el confinamiento, reflexioné sobre la necesidad – no expresada taxativamente, que muchas personas tienen de ser reconocidas.
Suele suceder que esperamos demasiado (generalmente su fallecimiento) para reaccionar. Allí, en el cementerio o en las salas de velación, los discursos se referirán a sus aportes a la familia, la sociedad, un gobierno, un país o una causa determinada… pero; ya el o ella se fueron.
Veamos porque es tan importante el reconocimiento:
TRES HAMBRES DE NATURALEZA HUMANA. Uno de los más profundos investigadores y autores de diversas obras que explican el comportamiento humano, el médico psiquiatra Erick Berne <1910 – 1970> y creador de la teoría del análisis transaccional, aseguraba que los seres humanos experimentamos como cimiento a nuestro crecimiento y perdurando durante el trayecto de la vida que tengamos, tres tipos de hambre (necesidad) los que al ser cubiertos, modelan positivamente el comportamiento social de la persona. Veamos:
1. Hambre de estímulo: traducido como la necesidad de cobijo, que el niño(a) recien nace espera aún cuando no pueda – en este momento – pedirlo con palabras. Acójanme, abrácenme, denme calor, ya llegué!…
En la adolecencia, adultez y tercera edad, se manifestarán como necesidad de protección, que cuando se tiene, se traducirá en la persona, en virtudes tales como generosidad, bondad, comprensión de los demás, enfoque de abundancia… ( si cuando yo llegué, recibí esto, asumo que la vida es así; por lo tanto ESO daré).
Muchas veces, lo que los demás desean, es reiterarse a sí mismos que existen; que son importantes; y que necesitan ser reconocidos como seres sociales y únicos
2. Hambre de reconocimiento: Si el primer hambre se experimenta al nacer, pasados sólo algunos meses, éste bebé querrá para sí “toda” la atención que su entorno le pueda brindar (padres, abuelos, hermanos).
Cuando llore, no necesariamente será porque está enferma(o) o requiera alimento; es posible que sus padres o parientes estén “hablando” sobre su hermanita o primo y no refiriéndose a ella (él). Celos?… sí. Celos: uno de los sentimientos más humanos que existe.
Cómo observar, si alguien ya adulto no recibió reconocimiento allí en su niñez y ahora expresa este hambre? Algunos síntomas:
- Aquel que cacarea “su” cumpleaños, bastantes meses antes de que llegue la fecha.
- Aquel que se apropia del trabajo de otro y lo presenta como suyo.
- Aquel que comete errores y “espera” como consecuencia una llamada de atención o un regaño formal.
- Aquel que difícilmente utiliza el término NOSOTROS y sí es frecuente en su lenguaje, el término YO…
El reconocimiento entonces, es una necesidad de “naturaleza humana”, si no, observen qué hace el pequeñín cuando dá su primer pedalazo en el triciclo…, a quien busca y para qué?
En los adultos se debe practicar bajo algunas condiciones:
Que sea sincero; que sea oportuno y que se revista de datos y hechos concretos para que la persona pueda “saber exactamente” qué es aquello que se le está reconociendo.
En uno de los ejercicios que colocamos como práctica en nuestros talleres, pedimos a dos personas que se sienten una frente a otra. Una de ellas representará el papel del padre (o madre) y la otra de su hija(o). El padre le dirá a su hijo(a) qué reconoce en él o ella y por qué.
¿Saben qué pasa?
Que hablamos más del padre (o madre), que del hijo(a).
“Yo te amo, yo te quiero, yo te admiro, yo te felicito, yo te deseo lo mejor…!”
Quizás sea por la falta de costumbre, aunque no es problema cuando se hace “desde el corazón”.
En este momento, el lector se formulará la pregunta: y entonces cómo hacerlo correctamente? Veamos:
Padre: “hijo(a), quiero decirte que: – el que tú, frente a situaciones como…, te comportas de “tal” manera, habla de tus valores y eso me enorgullece. – con tus comportamientos x y w, das ejemplo a otros (a tu hermana/o, tus amigos) y nos enseñas que… – Cuando tú haces (x), me gusta porque… – y cuando tú… , yo te admiro aún más.
En la Empresas, y como un ejercicio “clave” de las habilidades gerenciales en las cuales formamos a sus gerentes/jefes/supervisores, subdividimos al grupo primario de participantes, en subgrupos de 4 a 6 personas. Estas deberán escoger a una persona de la Organización , que merezca ser reconocida ese mismo día y en ese mismo instante.
Cuando cada grupo ha determinado quién es esa persona, (no necesariamente debe estar en el grupo que se entrena), se le llama por teléfono, y ampliando el sonido del salón, un vocero del grupo le dirá que ha sido elegido(a) para darle un reconocimiento. Si la persona seleccionada no es parte del grupo primario, pero sí esta dentro de las instalaciones de la Empresa, se le lleva hasta el salón y “en vivo” se le practica el reconocimiento.
La sensación que dicen experimentar “los elegidos” es simplemente indescriptible. Generalmente hay llanto en ellos y en los que hacen el reconocimiento.
Un presidente de Compañía, en calidad de Alumno de posgrado de Gerencia Estratégica de la Universidad de La Sabana <Bogotá> dijo luego del ejercicio: “por fin entendí qué es gerenciar humanamente…
Ni se imaginan quienes leen esto, lo gratificante que es presenciar este ejercicio:
- Una hija reconociendo a su madre, con quien no cruzaba palabra hacia 4 años…
- Un caballero, reconociendo a su segunda esposa, la cual lo aceptó gustosa y cariñosamente con dos hijos entre niños y adolecentes.
- Un hijo reconociendo a su padre, el cual los había abandonado cuando éste (el jóven) tenía trece años de edad. Argumenta para reconocer a su padre así: … no poder olvidar lo “buen padre” que había sido durante esos trece años.
La invitación por todo esto, es a que busque usted motivos suficientes en alguien que merezca ser reconocido y que practque esto del reconocimiento, en vida de ese alguien, antes de que sea tarde para hacerlo.
3. Hambre de estructura: observable en la niñez, y traducida en esa necesidad de ser aprobado por su lider (padre o madre generalmente). Cuando el niño pide “fronteras de comportamiento” (dime mamá cuáles son mis límites; hasta dónde puedo llegar…), está manifestando este hambre.
En el adolecente y de allí en adelante, se traduce en personas autoexigentes en aspectos que tienen que ver con la estética ante todo.
Una camisa sin abrochar sus botones, una palabra escrita de manera incompleta, un cuadro sobre una pared sin guardar simetría exacta con ella, una tarea realizada “a medias”, bastarán para exasperar al hambriento de estructura que no halla explicación para tales situaciones.
Una alumna de nuestros talleres, contaba al resto del grupo de participantes cómo su hijo de apenas 8 años expresaba permanentemente “su hambre de estructura”. Se molestaba si su armario era desordenado por alguien, si su madre hablaba en un volumen muy alto o no usaba sus lentes en total limpieza; si haciendo una tarea , cometía un error que le implicaría repetirla o modificarla…, en fin, insoportable para su edad.
La causa, su mamá, al no poder encontrar empleo en su ciudad natal -donde vivian- se traslada sola a a ciudad capital para buscar oportunidades allí. Debe entonces dejar por dos o tres años (entre los 5 y los 8 años de la edad del niño), a su hijo al cuidado de su mamá (la abuela de éste), quien le “enseña” a través de su comportamiento a él, su hambre de estructura. Para evitar que el niño sea sujeto de bulling en su colegio, se le sugiere tratar de “desordenarlo” un poco.
Las Organizaciones están compuestas por personas de diversa formación, cultura, educación, lo que implica tener estos conceptos en cuenta.
Los clientes, en su papel de tales, expresarán su hambre más sentido, en la interacción con su proveedor o socio comercial. En el matrimonio, será un factor clave de éxito conocer ete tema para poder sortearlo sin sacrificar tan sagrada unión…
Quizas los seres humanos, por ser eso, humanos, menifestemos en diversas circunstancias los tres tipos de hambre acá estudiados. Lo mejor de todo, es saber de ellos y administrarlos a lo largo de nuestra vida, porque ellos hacen parte de nosotros.
Como todo lo tuyo, me gustó mucho. Más cuando te apoyas en mi goma de la mitad de mi vida, el AT. Gracias por compartirlo. Dios te bendiga